viernes, 21 de mayo de 2010

de verano ( al otro lado del río; mi héroe y la otra orilla )


Una vez apareció Elma, se iluminó todo. Con un quad bajó al puente para subir nuestras maletas y la jaula. Los niños se animaron al ver por primera vez aquella moto roja  tan chula y más cuando les enseñó su cuarto. Cenamos juntos en el comedor, con L. su hija. Y tomamos algo en el porche una vez los niños estuvieron dormidos.

Al día siguiente, ya descansados,  fuimos conscientes de la maravilla. Una aldea de tres habitantes, separada del mundo por un puente colgante. Hectáreas de monte para recorrer y un río. Una niña para compartir juegos y mucha libertad.  Para A., Elma buscó una caña  rudimentaria y nada más levantarse desaparecía para ir a pescar, a veces en pijama. A la hora de comer le llamábamos a gritos y subía hambriento y feliz, aunque nunca pescó nada. Las niñas, con L., montaron su casita en un horreo y paseaban a Eliset con una correa. Se disfrazaban y bailaban juntas y a veces también desaparecían. El, el conseguidor, mi héroe, hacía inspecciones con Nacho, el otro habitante del pueblo,  un ser digamos que especial, con el que hizo buenas migas. Subían a los montes vecinos, bajaban también al río... unas veces solos, otras con los niños. 

Yo fui feliz del todo, leía en el porche después del desayuno y cuando Elma iba a hacer la comida cogía mi cuaderno y apuntaba sus recetas. En otro pequeñito le escribí un cuento. Nada ni nadie me decía que tuviera que echarme a  andar por los montes. Ni a bañarme entre ranas y renacuajos en el río. Todos dormíamos siesta y nunca teníamos prisa. Después de cenar salíamos de nuevo al porche y en una mesa baja tomábamos infusiones caseras y licores que también hacía Elma, alrededor de una velita. La luz de todo el pueblo se apagaba con un interruptor y así se veían mejor las estrellas. Silencio y compañía, charla y más silencio.

De vez en cuando subía gente a visitar la casa y Elma les daba de comer. Y se quedaban un rato en la  tertulia siempre abierta. Los niños aprendieron a hacer  callar a los perros, con medios desconocidos hasta entonces. Tomamos sidra con los amigos de Elma,  en nuestra aldea y en otras, porque el puente... lo cruzamos muchas veces. M. se puso enferma y no bastó el centro de salud  más cercano. Tuvimos que ir más lejos, a unas cien curvas al este, más o menos, y volvimos ya de noche. Lo cruzamos con una linterna y  sin luna, como cuando llegamos de Santiago, donde ganamos el jubileo.

Los niños  inventaron  historias de aventuras aún más imposibles. Y al año siguiente volvimos.



Nota; a la derecha se corta la foto, para que quepa ahí lo que mis letras no saben explicar... y porque no cabía. También creía que sabía poner música. Este finde si puedo, intentaré que cuando elijo una no se borre la del post anterior..., ya veremos.
PS; he puesto la imagen más pequeña. Sunsi, quería que se viera bien el tejado, lo hicieron a  mano. Aún así no hay forma de que quede bien del todo, lo siento. 


8 comentarios:

ana dijo...

Qué maravilla!!!

Me quedo en silencio al lado de tu recuerdo, y del recuerdo de tus hijos. Sin duda aquel tiempo tuvo que ser especial... y la infancia es algo que dura para siempre.

Saludos.

(Estaré en silencio, me gustaría que una persona que no entra pero que lee te dejara sus palabras, que te pudiera dejar aquí todo lo que tus escritos le regalan... me consta que le gusta mucho la escritura y la lectura. Y este relato merece que ella esté aquí)

lolo dijo...

Ana, sí fue una maravilla. Y también lo fue conocer a Elma, leonesa como tú, y aprender de ella. Una historia magnífica de valentía y mucho amor.

A esa persona que lee, gracias.

tomae dijo...

lolo,

¿ a que suena bien el silencio ?

Seguro que no suena a bares, tiendas ni cajeros. Ofrecer estos veranos a tus pequeños es tu mejor regalo.

Yo haría un poco de Tarzán en el puente pero mis peques son muy poco Jane, bueno siempre podría cojer florecitas...

Buen finde lolo

Mariapi dijo...

Gracias, Lolo. Después de un complicado día, qué descanso cruzar tu puente.Y encontrar Elmas hospitalarias, soledades acompañadas, aventuras cotidianas. Con un héroe que sabe conquistar imperios para los suyos. Gracias, me ha encantado. Un besote bien enorme.

sunsi dijo...

Lolo...¡Eso es lo que yo busco! Bueno... Quizá la clave del entusiasmo es la excelente narración. Me he quedado con una sensación de paz, silencio y libertad... ¿Son unas vacaciones reales o has incluido un punto de ficción?.

Oye, escritora... ¿Tú no te dedicarías a estos menesteres?

Un beso gordo. ¡Qué liiindo!

Ps. ¿Has visto cuando insertas una foto que hay la opción de extra grande, grande, mediana, pequeña...? Igual si la insertas en un tamaño más pequeño te sale la foto entera...

lolo dijo...

Gracias por leer, Mariapi. Mientras lo escribía he revivido un poco... ay, qué tiempos. Me gusta que os llegue algo de aquella orilla.
Y sí, me conquistó también con eso. Aunque sigo protestando a veces.
Un beso.

lolo dijo...

Las vacaciones son reales del todo, incluso contenida la forma de contarlas. Si quieres ir te digo el camino rápido. Debes estar a unos 1000 kilómetros por lo menos
Lo malo es que nuestros adoles no aguantarían ni tres días. Por si acaso ya no pruebo. Oye, o sí, quién sabe...

Lo del tamaño de la imagen lo veo, pero es que no quiero más pequeña, ya lo probé.. Si pinchas sale la manita y se ve entera. Ahora lo que me tiene despistada es lo de la música, pero voy a intentarlo.
Un beso.

lolo dijo...

Tomae, el silencio suena... de aquel ya casi no me acuerdo. Lo increíble es que haya podido recordar esto.
Y lo de Tarzán no sé que decirte. A ver si busco a cuántos metros del agua estaba y te lo digo. Igual tú eres de los de puenting. Pero tus niñas lo hubieran pasado pipa.

Gracias por la visita y por leer.