El capitalismo prohíbe básicamente dos cosas. Una es el regalo. La otra el aburrimiento.
Cuenta Sor Juana Inés de la Cruz, la gran poetisa, monja mexicana del siglo XVII, que en una ocasión la abadesa del convento de los Jerónimos, a cuya regla estaba sometida, le prohibió leer y escribir y la mandó castigada a la cocina. Allí entre los fogones Juana Inés estudiaba y escribía con la mente; es decir, pensaba. Del huevo y de la manteca, del membrillo y del azúcar, mientras cortaba y amasaba y freía, sacaba una consideración, una reflexión, un hilo interminable de conjeturas, y esto hasta el punto de llegar a afirmar con desafiante ironía en su conocida carta a sor Filotea: “Si Aristóteles hubiera cocinado, habría pensado más y mejor”. Si a Juana Inés, en lugar de a la cocina, la hubiesen mandado a Disneylandia, donde se hubiese aburrido menos, quizás habría dejado de leer, estudiar y pensar sin ninguna prohibición.
Hay dos formas de impedir pensar a un ser humano: una obligarle a trabajar sin descanso; la otra, obligarle a divertirse sin interrupción. Hace falta estar muy aburrido, es verdad, para ponerse a leer; hace falta estar aburridísimo para ponerse a pensar. ¿Será bueno? ¿Será malo? El aburrimiento es la experiencia del tiempo desnudo, de la duración pastosa en la que se nos enredan las patas, del líquido viscoso en el que flotan los árboles, las casas, la mesa, nuestra silla, nuestra taza de leche. Todos los padres conocemos la angustia de un niño aburrido; todos los que fuimos niños -antes, al menos, de los videojuegos y la televisión- sabemos de la angustia de un niño aburrido pataleando en el ámbar espeso de una tarde que no acaba de morir. No hay nada más trágico que este descubrimiento del tiempo puro, pero quizás tampoco nada más formativo.
Uno no olvida jamás los lugares donde se ha aburrido, impresos en la memoria -con grietas y matices- como en el diario de campo de un naturalista. Uno no olvida jamás el ritmo de las cosas, la finitud de los cuerpos, la consistencia real de los cristales, si alguna vez se ha aburrido. “Amo de mi ser las horas oscuras”, decía Rainer María Rilke, porque las oscuras son no sólo la medida de las claras sino la pauta narrativa de unas y de otras. El aburrimiento, sí, es el espinazo de los cuentos, el aura de los descubrimientos, el gancho de toda atención, hacia fuera y hacia dentro.
Tras este ejercicio de cortapegar a mi antojo, confieso que me hubiera gustado escribirlo a mí. Pero la fuente de donde he bebido es otra, más alternativa: Santiago Alba Rico, al que no tengo el gusto de conocer pero a quien casi casi suscribo una vez terminado el destrozo. Queda así inaugurada una nueva etiqueta subversiva.
19 comentarios:
Imagínate lolo, que llegas a encontrar esos pañuelos de batista, en vez de pasar este constipado con los clásicos Kleenex ¿te imaginas?
... si me permites entrar en esa escena, en la que buscas desesperada esos pañuelos, porque tienes no se cuantas visitas, porque no quieres que de tu nariz cuelgue nada que un simple pañuelo de papel no pueda atrapar...si buscando esos pañuelos que guardaste en su día, das con una caja de esas de la mudanza... bueno no quiero seguir porque alguno que pase por aquí se aburre y no sabe de lo que hablo...a lo mejor se ríen...repito, perdona el atrevimiento, no quiero ni parecer burro, ni aburrirte...
Un abrazo lolo!
Cuantísima razón tiene este duendedeSerCopiado que encontraste. A las "asgolfas" me remites. Elogio a ese -imiento a la enésima.
Qué va, Tomae, no los busco deseperadamente. Las cajas se van abriendo en el orden en que están en fila. Un día salen copas, otro calcetines, otro ropa de muñecas y abajo, muy abajo están los libros.
Mientras coloco los vasos, con la cajita de pañuelos al lado, me acuerdo de Sor Juana Inés y me digo "ay si siempre estuviera de mudanza, pensaría mejor y necesitaría menos"
Sólo me acuerdo de los pañuelitos de batista cuando hablo con vosotros, que sóis muy finos.
Esa es la escena.
Monty, Qué son asgolfas? Qué ese elogio a la enésima? Me hablas como hablaba Tomae al principio y yo le tenía que decir... no te entiendo.
Gracias por venir, Monty, ya nos entenderemos.
¡Anda con la Abadesa!¿Habrá castigado también así a mis descendientes, pero conminándolos a "la sala de ordenadores"?
Me parece fundamental educar desde el ocio-aburrido. Aprender a disfrutar partiendo del "mamáááá-me-aburroooo".
Es el hueco necesario para descubrir, entre otras cosas, la intimidad.
Así he aprendido a no aburrirme NUNCA.
Y cuando necesito pensar, procuro las actividades con las que más me aburría, y que se han convertido en mis mejores bazas, como cocinar o doblar la ropa.
Gracias, Lolo. Me deja muy tranquila comprobar que algo que consideraba una rareza-defecto personal, otros lo han experimentado y explicado magistralmente.
(menudo rollete...disculpas,estoy que no soy yo)
Lolo, de pequeña me aburría en la azotea, (bajo cubierta). Siempre han sido las "esgolfes" para mis aldeanos. La recuerdo llena de bahúles, cuadros, trastos, lienzos, ropas, collares, incluso secreteres y armarios en deshuso.
Elogio al aburrimiento a la enésima porque estoy totalmente deacuerdo con el texto que transcribes. Me he explicado mejor ahora Lolo. Un saludo.
Bufffffff. Qué alivio sentirme tan acompañada en la idea. Por supuesto, antes llegó Mariapi, que en algunas cosas parecemos clones.
Yo me aburría debajo del árbol (sólo había uno) del jardón de la casa de mi abuela.
Te dejo el post que escribí en verano...choca esos cinco, hedbana:
http://sunsi-pensardeoficio.blogspot.com/2010/08/palabras-de-un-verano-me-aburro-i.html
Un beso aburrido, pensante y creativo
Me alegro de que coincidamos, Mariapi, al menos eso parece. La diferencia es que yo sí me aburro. En cuanto paro se me ocurren cosas para hacer, pero me obligo a no hacer nada.
No es que sea para dar rienda suelta a mi creatividad, qué va, me gusta más encontrar mi intimidad, tú la llamas así y me gusta, es justo eso.
Estás que sí eres tú. Al menos así te veo.
Gracias por explicarte, Monty. Ahora sí. Ahora te entiendo. Un desván, ay. Eso sí que es aburrirse con gusto.
Gracias por venir de nuevo y apoyar la teoría del señor éste al que por cierto encontré en internet(estaría aburrida)
Sunsi, he leído tu post de agosto; oye, como si nos pisaramos los talones. Yo detrás, claro.
En casa al mítico "me aburro" contestamos "dijo el burro", y al "me canso", "dijo el ganso".
Mis hijos se han aburrido mucho, mucho. No sé si de ahí saldrán contemplativos o pensantes, pero que se han inventado más historias y se han reído más que otros niños, casi te lo garantizo.
Conozco a familias que educan en el aburrimiento, y también otras que hacen "planes" continuamente. Niños y jóvenes que no paran, cine, excursión, cumpleaños, viaje, salida, compras, amigos y más amigos... No sé, ha habido veces en que he pensado que me equivocaba. Lógicamente ellos protestan. Pero qué quieres, Sunsi, procuro educarles para la vida y la vida... no siempre es divertida.
Seguiremos hablando, esto de cortapegar tiene su miga. Te dejo el artículo entero para que veas cómo lo he manipulado... oye, ¿no es de todos? Pues yo lo cortapego, ¿qué pasa?
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=95921
Por cierto, Sor Juana Inés de la Cruz no está claro que fuera feminista, y como no está claro... lo quité, guiño.
Un beso.
Lolo¿podemos seguir el diálogo-tertulia? Es que este tema me apasiona.
El "aburrimiento" me ha llevado a descubrir esos ámbitos interiores, fondo de la creatividad que necesito después. Cuando las circunstancias de mi vida me han dejado sin espacios de aburrimiento, por la propia dinámica cotidiana, he ido buscando-descubriendo "actividades" con las que dando una cierta apariencia activa, encuentro esa libertad interna, con los mismos efectos que el aburrimiento extrictu sensu. Desde planchar, a hacer "haditas"...y si puedo, simplemente contemplar o pasear, sin más...pero eso son lujos que escasean en mis días.
Soy especialista en desarrollar actividades inútiles, y en embarcarme en proyectos improductivos del todo en cuanto a criterios economicistas...pero que activan mi lado creativo...y todo surge del inicial aburrimiento...bueno, imagino que a través del diálogo blogueros nos vamos descubriendo.
Gracias Lolo. Ni te imaginas lo que me gusta y ayuda lo que escribes.
Una anécdota; una buena amiga, ordenadísima, me contó que guardaba los disfraces de sus hijas envasados al vacío en los altillos.
Otra; "lee, pinta, empieza una labor". Aún oigo a mi madre cuando clamábamos. Nos hemos reído mucho con eso, sobre todo con lo de la labor, pero mira... mi hermana P. se está haciendo unas cortinas (tú si que eres creativa, pequeña)
Se puede decir que yo no tengo vena creativa, pero las larguísimas tardes de acuarelas con mis hijos, que grabé en video, son prueba irrefutable de las conversaciones más elevadas que hemos tenido nunca.
¿Cuántas veces te has lanzado en tirolina? ¿Sólo? ¿Por qué tanta necesidad de emociones fuertes, cada vez más fuertes? ¿Por qué ya no es suficiente un menú de casa de familia cualquiera? ¿Por qué inventar e inventar platos nuevos, siempre nuevos? Y cuando ya lo has hablado todo, ¿no vuelves a hablar de lo mismo?. ¿O es que los temas de conversación también cansan?. ¿No somos nosotros lo bastante diferentes cada día?
Me parece desanimante el trasfondo de esto que te cuento, sobre todo porque no es fácil de entender para nuestros descendientes, como tú les llamas. Pero a mí que tengo grabada a fuego la necesidad del aburrimiento me resulta impensable vivir volcada hacia fuera, en constante movimiento, acción, aventura, compañía... no sé, a lo mejor es una forma de ser, un carácter. Me planteo si no impongo a veces por comodidad mis maneras.
Dónde podemos encontrarnos con nosotros mismos, con los demás, si no es en la calma, entre esas otras cosas que nos ocupan las manos y nos dejan libre el corazón y la cabeza.
También pienso si mi generación será la última en aburrirse, no sé. Creo que lo inútil es en gran medida lo que nos diferencia como personas.
Voy a aburrirme otro rato, tengo la gran suerte de tener tiempo. Gracias por tertulear, Mariapi.
"Nuestros descendientes" no lo entienden...temporalmente. Ahora algunos de los mios ya son adultos, felizmente "aburridos". Y saben disfrutar lo ordinario, tienen capacidad de felicidad profunda, a través de lo pequeño...y de lo excitante,"fuerte", extraordinario también. Cuando llega, pero no como condición para divertirse.
¿Imponer maneras? NO creo que sea eso. ¿Dónde, quién, si no lo hecemos nosotros, les mostrará el camino del pensamiento, les indicará cómo llegar a descubrir su "QUIEN"?
Añoro un rato de aburrimiento, lo deseo y necesito. Pero pronto llegará, seguro.
Son modos de ser, Lolo.
Oye a mí también me gusta el tema.
¿No entenderemos?
Lo intento:
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Me contaba un padre amigo que no puede y no sabe estar solo en casa. Tiene que huir, buscar gente, su gente. Me asustó oirle por un momento. Y le pregunté por esos hobbies. Negativa, no tenía. Sentí lástima.
A la vez otro padre amigo me explicaba todo el actual despliegue de maquetería que tiene instalado en su desván (jejeje). Telas, colores, maderas, colas, herramientas mil: contruye sus propios barcos de coleccionista, claro. Bueno de hecho algunos vuelan. Cumplirá 62 primaveras este invierno.
Asombrada le pregunté cuál cree que fue el motivo por el que llegó a aficionarse a los barquitos. Dió gracias a su madre por dejarle un espacio de la casa donde crear, ensuciar. Y gracias a su padre por estimularle en el ahorro para ir comprando piezas, motores, velas y otros enseres. Fue un adolescente de lo mas normal pero siempre deseaba volvera a casa para hacer sus cosas. REal, real, real!
Me identifico con el segundo, aunque no colecciono barcos. Me aburro con muchas cosas, también improductivas economicamente hablando.. De esas que llenan las cajas de sentimientos. De esas que no tienen precio.
A mis peques, que ahora entran en la adolescencia les he dejado horas con la plastelina, las acuerelas, las pinturas de los Hammers, las de dedo, las tizas por una pared. Hacer y deshacer el belén/belenes. Aaahh y como en mi blog lo guardo todo , en la vida real más de lo mismo: los dibujos más significativos de todos están encarmarcados-ikea en una pared.
La verdad es que continuaría..
No se por donde me he ido.
Me aburro!
Besos.
Me olvidaba,
Planteabas si impones por comodidad tuya. Lolo la respuesta acertada la encontrarás detrás del aburrimiento, espera y escucha, verás!
Estoy segura que somo nosotras las que debemos enseñarles a buscar el aburrimiento con lo cotidiano, lo sencillo, lo de casa, lo de siempre.
Decirles no a los planes tirolina? Porsupuesto!
lolo, cuando mis hijos me dicen "mamá estoy aburrido" me digo para mí misma: Bien, bien, esto marcha. Luego veo como fruncen el ceño y a los dos minutos ya están haciendo algo.
Me ha encantado la alusión a Sor Juana Inés de la Cruz y la frescura general de la entrada.
Besos guapa.
Me anima lo que dices, Mariapi. Gracias. Educando hay que esperar, hay que esperar mucho. Pero ese fruto me gustaría verlo... si puede ser.
Somos nosotros, o nosotros. Por ahí los estímulos son constantes y mucho más "excitantes".
Te llegará el reposo, aburrimiento incluido; yo también estoy segura. Animo con todo; mírala y mímala. Un beso.
Monty, me parece que cuando te aburres te entiendo fenomenal..
Creo que es bonito tener algo entre manos. O simplemente no tener nada.
Las cosas que no tienen precio son los regalos? De eso hablaremos otro día, vale?
Te haré caso en lo de... espera y escucha. Gracias, Monty.
Eso es tenerlo claro, Blimunda. No pasa nada si se aburren. O a lo mejor les das la oportunidad de que pase. La oportunidad de que aprendan a saber quién son.
El otro día mi hija pequeña, 14, estaba haciendo un trabajo sobre la interioridad. Qué alegría, por Dios.
Me alegro de que te guste venir, a mí me gusta que vengas.
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