sábado, 30 de octubre de 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

pero están en éste



Tras nuestro paso por suecia, hemos entrado en una fase de otros  montajes necesarios. Muchas han sido las visitas a superficies. Grandes. La preferida, al final,  es una que queda cerca. De un mago, creo.

Este mundo del tornillo me es del todo desconocido. Ponte a mirarlos, por curiosidad, sólo por eso. Al principio piensas: estos lo que quieren es llenar metros. Pero no, son todos distintos. Es el mundo del milímetro. Así son las diferencias; un poquito más grande la cabeza, un poco más corto el cuello, que si para un destornillador u otro... ni siquiera conozco el lenguaje, pero seguro que tienen nombre y referencias, muchas referencias. Y cómo se para la gente a observarlos, más que si fueran tomates.

No es el único pasillo, claro. Hay montones y montones. Si buscas un tope para sujetar una barra que lleva en la punta un goma pero que sea cuadrada y apoye a presión en un azulejo, por ejemplo, se lo dices a una chica de verde y te lleva hasta otro. Claro que allí te abandona, igual que el día  del soporte de aluminio de setenta y cinco, a techo. O cuando, en una arrebato de osadía, me  puse a medir por mi cuenta la goma de la mampara de la ducha, a lo ancho. 

Los pasillos del fondo son para principiantes  porque tienen cosas enteras, que se comprende para qué sirven. Mangueras, aspersores, maceteros. Hasta esos rollitos para que suban las enredaderas. Se comprenden.

Lo gracioso es que me estoy aficionando y hasta me paro por gusto en lo de los tornillos. Puede que acabe por entusiasmarme. No quiero pensar si lo entendiera. De momento me parecen preciosos. Hay otros mundos, pero están en éste. Empezaré por lo pequeño, muy pequeño, milimétrico, un tornillo.

PS: Decir a Tomae que no sé si sabe que los ganchitos para colgar tazas los hacen también con adhesivo.

martes, 26 de octubre de 2010

lunes, 25 de octubre de 2010

no puede ser

Antes de que las cosas se pongan más feas y porque ya veo síntomas que me irritan, voy a soltarlo aquí y ya lo habré dicho.

El súper, no puede ser que esté lleno de polvorones. No puede ser; hoy es 24 de octubre, aún no ha llegado Todos los Santos... qué digo, de los disfraces de susto o muerte y la chuchería ésa. No puede ser que haya turrones. Mi hermana M. me ha dicho que en el hiper donde compra ya están puestas las luces. Claro, si en el súper hay langostinos congelados en el hiper bombillas, qué menos.

Y las colonias, ya sé que todo son lugares comunes, no importa. Yo veo anuncios de colonia todo el rato. Y esperate, que en nada está aquí el de las almendras y el calvo y las burbujas, por favor, esperate. Seré yo,  que aún tengo morenas las piernas, que no llevo calcetines. Pero no puede ser, que así no hay manera, que esto quita la afición... tanto la lata, tanto tiempo, no puede ser, hombre.

Y lo que te rondaré, morena. Me encanta el Adviento y la Navidad en Navidad. Pero no puede ser.


viernes, 22 de octubre de 2010

sores en suecia




Allá van sor Ignacia y sor Paula después de laudes. Seguro que han cumplido con sus tareas de la mañana. No sé si les habrán dado desayuno especial sus hermanas. Una es la prefecta, la que lleva el carro, sor Ignacia. Sor Paula es dipuesta y rápida. Allá van entre los pasillos repletos, sin titubeo.  Negros e impecables sus hábitos, su toca, la enorme cruz a la cintura.

No comentan, miden. Doce estantes uno por diez, siete de treinta. Lo cargan y empujan a cuatro manos. Paran también en la zona de cocinas. Ollas de las grandes, sartenes, ganchos y escurridores, basureros. Vuelven a cargar y desaparecen.

Al rato las vuelvo a ver con otro carro vacío. Lista en mano y gesto concentrado y atento. Ahora va sor Paula empujando. Sor Ignacia marcha algunos pasos atrás. Curiosa se detiene para mirar artilugios. Se miran y sonríen. Esas gafas son imposibles fuera de un convento.

A la salida me las encuentro, su gran furgoneta aparcada cerca. Han conseguido que un hombre amarillo las ayude. Deben ser las seis de la tarde, llegan a vísperas. Me las imagino cantando de vuelta a casa. Me imagino la llegada, revolotean las mariposas blancas para ayudarlas.

Me han alegrado el día. Me encantaría verlas montando las piezas suecas, con tornillo y todo. Que no me digan a mí que las monjas no están en el mundo. Lo de las gafas es otra historia que merece ser contada.

martes, 19 de octubre de 2010

elogio del aburrimiento


El capitalismo prohíbe básicamente dos cosas. Una es el regalo. La otra el aburrimiento.

Cuenta Sor Juana Inés de la Cruz, la gran poetisa, monja mexicana del siglo XVII, que en una ocasión la abadesa del convento de los Jerónimos, a cuya regla estaba sometida, le prohibió leer y escribir y la mandó castigada a la cocina. Allí entre los fogones Juana Inés estudiaba y escribía con la mente; es decir, pensaba. Del huevo y de la manteca, del membrillo y del azúcar, mientras cortaba y amasaba y freía, sacaba una consideración, una reflexión, un hilo interminable de conjeturas, y esto hasta el punto de llegar a afirmar con desafiante ironía en su conocida carta a sor Filotea: “Si Aristóteles hubiera cocinado, habría pensado más y mejor”. Si a Juana Inés, en lugar de a la cocina, la hubiesen mandado a Disneylandia, donde se hubiese aburrido menos, quizás habría dejado de leer, estudiar y pensar sin ninguna prohibición.

Hay dos formas de impedir pensar a un ser humano: una obligarle a trabajar sin descanso; la otra, obligarle a divertirse sin interrupción. Hace falta estar muy aburrido, es verdad, para ponerse a leer; hace falta estar aburridísimo para ponerse a pensar. ¿Será bueno? ¿Será malo? El aburrimiento es la experiencia del tiempo desnudo, de la duración pastosa en la que se nos enredan las patas, del líquido viscoso en el que flotan los árboles, las casas, la mesa, nuestra silla, nuestra taza de leche. Todos los padres conocemos la angustia de un niño aburrido; todos los que fuimos niños -antes, al menos, de los videojuegos y la televisión- sabemos de la angustia de un niño aburrido pataleando en el ámbar espeso de una tarde que no acaba de morir. No hay nada más trágico que este descubrimiento del tiempo puro, pero quizás tampoco nada más formativo.

Uno no olvida jamás los lugares donde se ha aburrido, impresos en la memoria -con grietas y matices- como en el diario de campo de un naturalista. Uno no olvida jamás el ritmo de las cosas, la finitud de los cuerpos, la consistencia real de los cristales, si alguna vez se ha aburrido. “Amo de mi ser las horas oscuras”, decía Rainer María Rilke, porque las oscuras son no sólo la medida de las claras sino la pauta narrativa de unas y de otras. El aburrimiento, sí, es el espinazo de los cuentos, el aura de los descubrimientos, el gancho de toda atención, hacia fuera y hacia dentro.


Tras este ejercicio de cortapegar a mi antojo, confieso que me hubiera gustado escribirlo a mí. Pero la fuente de donde he bebido es otra, más alternativa: Santiago Alba Rico, al que no tengo el gusto de conocer pero a quien casi casi suscribo una vez terminado el destrozo. Queda así inaugurada una nueva etiqueta subversiva.

lunes, 18 de octubre de 2010

distraída

Hoy hay que escribir en el blog, me he dicho. Porque si no se queda el video colgando y aunque me gusta, no es plan de que aburra al personal, tantos días...

Escribiré sobre los lunes, me he dicho. Queria alabar su monotonía, pero me salía muy aburrido. Escribiré sobre el fin de semana. Uy no, que no quiero que sepan que me salió mal el pollo el sábado, y todo por hacer caso a los vecinos.

No he ido a la peluquería, ni al mercado, ni al médico, no tengo anécdotas que contaros. El catarro no se me va y creo que tengo los mocos en la cabeza, sigo sin encontrar los pañuelos de batista.

Creo que escribiré sobre esto mismo, que es una forma muy literaria y recurrente... Y me saldrá chungo el post, pero así me daré cuenta de que no pasa nada. Eso me hará bien. Y mientras escribo cantaré por lo bajini la de Serrat... y no se me ocurre nada.

Y pondré una canción que hoy me diga que también tú, que me lees, me haces bien.




PS: Tengo que apuntarme en algún sitio que urge cambiar de cuadrito.

sábado, 16 de octubre de 2010

miércoles, 13 de octubre de 2010

lo cuento... después de publicidad.




El 15 de Julio de 1892, John Kleenex tuvo que reconocer a su empleado que su error sería un éxito. Tras derramar un frasco de tinta en medio de una acalorada discusión y comprobar que el papel que habían fabricado por equivocación empapaba el líquido... de nuevo la casualidad daba paso al invento.

Hoy quería hablaros de otra cosa y además no suelo hacer publicidad... pero esta historia me ha gustado. Y sí, tengo pañuelitos de batista y fundas monísimas para guardar los de papel. Pero no estoy para lindezas.

sábado, 9 de octubre de 2010

del rosa al amarillo (post blandito)


Mira, ahora mismo acabo de acordarme de tus uñas cuando eras pequeña. Acabo de acordarme de cómo las miraba con detenimiento para aprenderlas. Las de las manos, tan chiquitinas y formadas, tan perfectas. Y las de los pies, esas sí que eran mis preferidas. Había veces en que intentando recordarlas, me levantaba para volver a verlas. Y siempre me llevaba una sorpresa; anda, la del pie derecho en el dedo pequeño... no me había fijado en que era tan sumamente diminuta.

Ayer fuiste con tus amigas al cine. Dios mío, ¿cómo sóis capaces de pagar para ver esa birria?. Y al salir, como os quedaba un rato, entrasteis en una perfumería. Con los frascos de muestra os pintásteis las uñas de colores: verde, azul, fucsia, negro y amarillo. Viniste muy contenta porque la tarde había sido divertida. Guapa, más que guapa.

Ahora estás estudiando y me da por llorar un poco porque te estás haciendo mayor y no quieres que te borre los colores de las manos. Juegas a ser diferente... y en el fondo lo comprendo. Pero el lunes, como muy tarde, quiero volver a ver el rosa pálido en tus deditos. Cariño,  pero si eres muy pequeña...



jueves, 7 de octubre de 2010

matrimonio y pasta de dientes




No sé si has visto ese anuncio en el que el novio, muy solícito, pone en el cuarto de baño la misma pasta de dientes que ella usaba cuando vivía en casa de sus padres. Es una monada de chico, la verdad. Pero el matrimonio es otra cosa.

Cuando uno se casa hay un montón de cosas por descubrir: si nos gusta el agua natural o fría, si pondremos poco o mucho pan en la mesa, qué haremos cuando el otro duerma la siesta, a qué altura colgaremos los cuadros, cómo nos repartiremos el periódico los sábados, si haremos el café más o menos cargado, si pelaremos los tomates para la ensalada, cómo doblaremos los calcetines, qué cajones ocupará cada uno, qué pantalones plancharemos con raya, dónde compraremos la fruta y qué haremos si conseguimos ahorrar...

Mientras descubrimos todo esto puede pasar un año. Como es el principio y la ilusión mucha, no es tan difícil como parece. Pero tampoco es fácil. Lo que creo es que el primer año de matrimonio no es, ni mucho menos, el mejor de la vida de casados. Aunque esto casi nadie lo dice. Cuanto más tiempo pasa, cuantas más dificultades vamos superando, más valor tiene seguir juntos. Más vamos descubriendo.

Y se me ocurre deciros ¿por qué no probar juntos una nueva marca de pasta de dientes? Es mi deseo para vosotros. Que seáis muy felices.

miércoles, 6 de octubre de 2010

solo chino


El curso pasado tuve una granja que me lo hizo pasar muy bien. Toda la familia opinaba sobre mi modo de organizar, explotar, sembrar, cosechar, disponer ... Nadie entendía porqué quería hacerlo todo a mano, ni porqué no me importaba la producción si la encontraba agradable, ordenada, algo decadente. No cedía a ninguna oferta que supusiera  un solo gramo de cursilería americana, ni a los animalitos imposibles, ni a las decoraciones redundantes. No fue fácil; nadaba contra todas las corrientes.  La verdad es que luego  me llamaron de dirección maravillados por mi farm, y me ofrecieron el oro y el moro para ceder los derechos... pero no, no caí. Como ellos tienen la sartén por el mango me la clausuraron disimuladamente.

Ahora he decidido jugar sola una temporada. Tantos vecinos tenía en la granja que me cansé de dar explicaciones y abrir los regalos que me mandaban a diario; que si un cerdo, que si una valla, que si una cría de pavo... uff, otro caballo. Mejor en solitario. Y me he inclinado por lo chino. Me relaja. Nadie opina y los retos me los pongo yo.

Pues sí, tengo tiempo. Si queréis podéis intentarlo aquí, para empezar. Es fácil, lo dejas cuando quieres y no engancha... bueno, eso creo. Y luego lo de las neuronas, que hay que cuidarlas.

lunes, 4 de octubre de 2010

ja, ja?

Se han reído de mí en la mesa cuando, reconociendo mi ignorancia, he confesado que he cambiado de opinión: es posible que no estemos solos. Y no solo eso; es posible que ellos, los otros, estén tratando de ponerse en contacto. Yo no lo veré, -les he dicho como en otras ocasiones en las que hago predicciones- pero vosotros sí. Y les he contado lo del planeta Gliese581g

Lo tremendo del asunto es que empiezo a sospechar que tienen mucha más lógica otras teorías que mi cerrazón, mantenida durante años. Entre los libros que estoy desembalando ha salido uno que habla de la armonía de los planetas.  Es el libro de las coincidencias... mira que llevamos siglos y no hay manera.


Al final concluyo que el hombre, hasta el más sabio, se queda boquiabierto ante un Universo que nunca podremos  abarcar, y que más vale esperar lo más que lo menos. Es una conclusión muy obvia, lo sé. Pero es que yo también estoy muy lenta. Aunque eso no importa, porque todo pasa tan despacio...

sábado, 2 de octubre de 2010