sábado, 8 de junio de 2013

a mi hermana, la que mira

Esta noche estoy con los ojos abiertos como Mister Bean en esa película que os gusta y que nosotros no acabamos de entender, sois más anglos, eso seguro.
 
Pienso en tu número redondito y me arrepiento de ser cruel a veces, cuando te cuento cómo se me caen los puestos de palomitas. Por si tú te lo has creído, no me hagas caso, bonita. No es exactamente así, como te lo digo. Lo que pasa es que tú me escuchas como nadie y no hablo de Paciencia, que es veneración lo que le debemos. Hablo de que tú me vas por delante y me has enseñado cómo bailar esta vida de familia y de hijos. Aunque seas pequeña, y creas que solo miras.
 
Los puestos de palomitas siguen en pie, aunque nos duela la espalda y el corazoncito. Aunque ya no sepamos por dónde atajar el cansancio y los quilos. Aunque se nos hagan mayores todos alrededor y nos parezca que se ha perdido un poco de vista lo que al principio queríamos. Cada una lo suyo.
 
Y en los puestos de palomitas de ahora, mi hermana, aunque se las hayan comido todas, estallan aquellas hortensias blancas de entonces y es cuando se  empieza a entender tanto tiempo invertido en chucherías. Ahora empieza lo bueno, la verdad verdadera. El sentido.
 
Tú ya lo sabes. Tú más.
Te estoy esperando.
Felicidades, te quiero.