sábado, 24 de noviembre de 2012

creo que quiero ser Babette

No entiendo qué debía estar haciendo en 1987. O sí. Pero me hubiera ayudado mucho entonces ver "El festín de Babette". O no. Tal vez mi paladar no hubiera podido saborear, ni menos aún digerir, el menú de esta obra de arte sencilla, elegante y tierna. Tal vez hubiera salido del cine demasiado removida por la humildad y generosidad calladas y desbordantes de Babette. Por el sacrificio adusto y silencioso de Martina y Filippa, por la tosquedad de los habitantes de la aldea, por su cerrazón y su puritanismo, por sus obras de caridad cotidianas.
 
Ayer despegué desde un rincón perdido de Dinamarca al mundo inmenso y bello de lo pequeño. El vuelo fue lento, al ritmo que me piden esos veinticinco años después. Y disfruté de cada cuellecito de encaje, de cada plato de sopa y cada vela, de cada sombra y cada luz... Y me senté a la mesa después, creyéndome comensal que no vestía de negro. Pero sí. Porque me entraron ganas de cantar aleluyas y a la vez temí que semejante canto -¿dónde acaban los sentidos del cuerpo y empiezan los del alma?- quebrantara alguna ley tan oscura como mi atuendo.

La conversión y la gracia llegaron también lentamente, en gestos pequeños pero transfigurados. La cena de Babette, el banquete, cambia a quien lo prueba. Por eso creo que quiero ser Babette.
 
 

jueves, 15 de noviembre de 2012

amores pelmas

 
Me acuso, me acuso. Te he dado la espalda, te he dejado para un postre que no llega. Sigues ahí mirándome con esa cara azul y plana. Antes tenías vida, me llamabas con susurros, a veces de noche. Ahora te huyo como quien escapa del deber no cumplido; te aparto, me molestas. Sé que me pides palabras y no puedo darlas. No pasa nada, pero tú te empeñas.
 
Los amores son raros, necesitan tiempo y tú me urges. Tu ritmo no es el mío ahora. Me escondo porque no quiero contarte mentiras, sé que si vengo me harás vomitar verdades verdaderas que no quiero contarte, tampoco. Y tú sigues ahí mirándome.
 
Eres un amor muy pelma. Eres un amor exigente. Venga ya, hombre, dame más tregua.