viernes, 30 de marzo de 2012

entrada patrocinada por...


O he tocado algo que no era o ahora vemos en el blog, a la derecha y al margen, el fatídico y naranja cupón. Uno de ésos con el aspa de cierre bien difícil de cliquear. Hale, para fastidiar.

Mira si me da rabia que me quita las ganas de bloguear. Es que es abrir y me aparece, ¿os pasa a todos igual?. No lo encuentro normal, seguro que estoy patrocinando algo. Me parece de un intrusismo bestial. ¿A quién han pedido permiso?. Creía yo que en el espacio intersideral tenía una casa limpia y ordenada para gente de buen querer, sin monetizaciones previstas, todo gratis et amore porque yo lo valgo y mis amigos también.  Pues no, aquí me han colocado un cupón que me recuerda cosas que no quiero, como son: loterias de tipo variado, papelitos que se pegan en un cartón, el súper que dice que te regala una plancha y luego resulta que no, boletitos para meriendas, boletitos para volver a comprar un montón pero que sea en leche o en lo que menos venden o en lo que va a caducar, aceite de oliva en la gasolinera, puntos para renovar... un micromundo cuponil en el me niego a entrar. Me niego a entrar pero me lo han colado, ya ves tú.

Ya sé que casi todo es virtual, y que el espacio es de todos y tal, pero que yo sepa para sobrevolar mi casa, y más a esa altura, por lo menos habrá que avisar. Es posible que viniera explicado en una subtecla de un subcontrato que algún día firmé por esa terrible y práctica costumbre de apretar a "siguiente" sin leer. No sé.

martes, 20 de marzo de 2012

compro piernas, vendo años



Después de unos treinta años sin ponerme los esquís hemos pasado unos días en familia en la nieve... bueno, en la montañas del Pirineu. ¿Cómo narrar tantas sensaciones, a ver?

Diré que iba en plan humilde, de un humilde basado en la pura realidad. En mis planes estaba solo el acompañar a una de nuestras hijas que no quería ni oír hablar por un mal recuerdo de frío y miedo en alguna lejana y escolar ocasión. Nada más.

Soñaba con la terraza o la chimenea, el e-book de Reyes por estrenar, mis pitillines, la soledad, que me hicieran la comida y descansar. Pero héte aquí que me ví enfundada en unas botas de a veinte quilos cada una en el minuto tres,  con unos esquís tan cortos como para un niño de ocho años y un Alex negro como un tizón que me dijo: "no es lo importante la edad, esto es como montar en bicicleta, no hay más". Vale, ahí me piqué y me salió la vena "si tú supieras cómo montaba en bici yo...". Claro, sí, sí, "aba" era el tiempo adecuado y mis piernas demostraron una memoria de pez. O de elefante, no sé.

Mi conclusión, por no contaros un tostón, es que la rodilla derecha mía, aquella que creía tener, se ha convertido en inexistente, se ha olvidado de obedecer. El resto de mi cuerpo, incluso aquellas partes que ya no recordaba tener, no es aliado sino enemigo al que vencer, capaz de dolores ignotos. El paracetamol droga de gramo en gramo y si algún resto de mis años mozos había en el fondo de mi yo fanfarrón se acabaron al decirme el Alex aquello de: "tu estilo es antiguo, ya no se esquía así". En fin.

Por lo demás muy bien todo, lo hemos pasado genial. Ha sido un finde de mucha consciencia, corpórea en lo personal y cual piña en lo familiar. Cuando consiga asimilar todas las partes de mi cuerpo que me pueden llegar a doler me pongo con lo de escribir de otras cosas.



No lo encuentro nada antiguo, la verdad.

sábado, 10 de marzo de 2012

la fuerza de la alegría



Mira que a veces hago fuerza yo para que no me domine la pantalla, para dar cancha a mi otro yo crítico, racional, y busco pegas y pegas... pues mientras duró la peli no. Me llevó por donde quiso, ola tras ola de emoción. Solo en un brevísmo momento me escapé de la butaca, sin mucha convicción.

Llegué, como Driss, a olvidar la tetraplejia de Philippe para sumergirme en su historia de amistad. Actorazo François Cluzet -lo recordamos en "Pequeñas mentiras sin importancia"- y personaje inolvidable el que interpreta Omar Sy.  Bailé solo con la cabeza, como el protagonista,  me reí del verbo reír, sufrí y lloré... lloré. ¿Qué más se le puede pedir a una peli? ¿Música?, la tiene también.

Después, en el rato de insomnio que correspondía ayer, rebobiné. Sobraba aquello, lo otro también. Y otras preguntas sin respuesta como: ¿de dónde sale el amor en alguien que no lo ha recibido?, ¿cuál es la fuerza que mueve  la alegría?, ¿tiene un negro ex presidiario el alma más blanca que yo?.

Como conclusión esta mañana escribo el post y lo expongo al dominio público. Esta película es de las que remueven por dentro y no sirve de nada decir que las críticas no eran tan buenas y que en el cine la vida es drama y comedia y se vale reír.

jueves, 8 de marzo de 2012

la mujer que trabaja y la que no


He probado las dos cosas, ésas que llaman distintas porque en una a final de mes te pagan con un talón. He tenido jefas y jefes, trabajadores y no. He sido un poco "jefa" y han trabajado más que yo los que tenía a mi cargo. Conozco amas de casa que no dan un palo al agua y otras que se exprimen hasta la extenuación. Sé de quien cobra mucho por trabajar poco y de quien se deja los ojos y las manos por tres pesetas o por ninguna, también.  

Y sí, vale que hubo que luchar en Occidente para que a la mujer, ese ente-cosa-extraña-inverosímil, se le reconocieran  sus  derechos, es verdad. Aquellas sufragistas, ay, cuánto aún que agradecerles, lo siento, me acuerdo irremediablemente de Mary Poppins, qué le vamos a hacer. Pero que hoy en día se siga reivindicando, que no es otra cosa, el día de la mujer trabajadora como si el hecho de hacerlo fuera de casa fuera algo peculiar, como si la independencia económica -¿por qué tanto empeño, en todo y para todo, en no depender?- fuera el nuevo dios-salvoconducto-tabla de salvación de todos los males que nos aquejan... pues mire usted, no.

Déjate de rollos, digo yo que habrá que aplicarse en trabajar mejor.  Y dicho lo dicho me quedo dudando si titular el post "haciendo amigas". No es mi intención.

Y como quería poner una imagen busqué "mujer que trabaja" y además de otras inoportunidades mira, mira por dónde lo que me salió: