lunes, 27 de junio de 2011

no os dije nada porque no cabíamos


No os había contado una cosa: el sábado tuvimos una fiesta en casa. El motivo... deberíais saberlo, ya escribí sobre ello. Por si no los conocéis, os mando una foto de los chicos que cumplían años de matrimonio.


Lo pasamos bien no, lo siguiente. Hubo de todo lo que queríamos: una Misa especial, lagrimitas, emoción, y casi toda la familia.  Algo para picar y copas a gogó. Vals y tarta nostágica. Bailongo, Raffaella Carrá y golpes de melena. Mucha gente joven y menuda y más baile.

También hubo más baile y muchas fotos y risas. Y olía a flores blancas y a alegría. Y una historia de amor que envolvía todo y más baile. Y lirios. Los zapatos aparcados fueron muchos, al principio muy ordenaditos.

Aún me duelen un poco los pies. Pero pronto nos vamos a descansar, vendré a despedirme. Por cierto, los muñecos son los de nuestra tarta de entonces y los años que han pasado veinticinco. 

domingo, 19 de junio de 2011

militancia y pacifismo



Seré concisa: en casa entran mosquitos. Entran por las ventanas y a un tanto por ciento de la población que aquí habita nos gusta que estén abiertas; somos los mismos a quienes no nos pican. ¿Por qué no nos pican?: porque no vivimos obsesionados, porque no militamos, porque un mosquito no es oponente en nuestra vida.

Con el tiempo no solo se han enconado las posturas entre nosotros sino que los insectos han ido dándose cuenta del disenso y se ceban más cada día. Hemos usado todos los métodos conocidos: enchufe con pastillita que al quemarse emana gases mortíferos, enchufe que exhala misteriosa sustancia demoledora, petaquita que emite ligerísimo pitido que ahuyenta a las hembras mosquito, ungüentos asquerosos aplicados en pies, brazos y piernas... También usamos durante una época larga los clásicos spray, en todos sus olores o ausencia de ellos, de todas las marcas, cuyos efectos más vistosos fueron las discusiones que provocaban, más allá de su eficacia, de lejos.  

A cada cambio de producto, a cada giro en la guerra, han surgido detractores y forofos y las consiguientes diatribas de sobremesa en las que se lleva a debate el resultado obtenido, no alcanzando las votaciones  más de un voto por estrategia y producto. Y dentro del disenso los estoicos que piensan que mientras se dé tanta importancia a una pequeña picadura no llegará la paz a nuestra casa.

Lo último que ha entrado en los almacenes militares del acoso y derribo, ha sido la raqueta fulminante; tú, P. sabes lo que digo. Su éxito fue discreto al principio, descreídos como estaban los miembros de la facción militante. Pero ha ido ganando adeptos con el tiempo ya que, bien empleada, los extermina de uno en uno si el que la empuña sabe y puede escalar por encima de camas, mesas y literas.

Esto no supondría ningún cambio en nuestra feliz convivencia si no fuera porque en mitad de la noche se oyen voces que reclaman: un mosquito, dónde está la raqueta... y cinco segundos más tarde, sea la hora que sea, se encienden luces para atraer al bicho y darle caza, mientras que los excépticos y templados, entre los que me encuentro, nos tapamos con la sábana la cabeza a la espera de que termine la cacería. No es broma.

miércoles, 15 de junio de 2011

aria del tomate



Hoy, para empezar a escribir la página siguiente a la de aquel primer día, en la primera página subconsciente al nuevo día he soñado con tomates. Tampoco me extraña. Ya dije que los tomates son fundamentales en mi  vida.

La cosa se resume así; cogía mi cochecillo y me iba a Cataluña (algo tendrán que ver mis amigos bloggeros de la zona). En fin, aunque sueño en colores el viaje no salía. De repente me plantaba en una huerta que tenía adosada la venta del producto (algo tendrá que ver un reportaje que vi sobre los pepinos). Y allí estaba yo de repente, eligiendo tomates, una preciosidad para quitar el sentido. Primero me paré en una caja de frutos deformes y bastante verdes que tanto me gustan; cogí unos cuantos. Suelo hacerlo así porque los escalono y dejo que  maduren en casa, en un sitio que tengo pensado para ellos.

Luego pasé a otros dos cajones; allí eran rojos y reventones, me volví loca. Los cogía con la mano desnuda, eligiendo y amándolos de uno en uno. Cuando llegué al peso el huertano dijo: esta señora tiene buen gusto, ha elegido los mejores. Y los clientes se quedaron mirando, no a mí sino a mis tomates. Me he levantado animada y muy contenta.

lunes, 13 de junio de 2011

intermezzo


Todo fue distinto, desde el principio. Aquellos noviazgos de entonces, aunque largos, no daban para mucho. Nada los hubiera sacado del jardín aquella noche. Por la mañana la piscina y los niños, el coche hacia un avión y una isla.

No hubo lavadora al principio, la colada iba y volvía en autobús. En el baño un solo vaso y dos cepillos, qué raro parecía. Se mezclaban los perfumes de jabón, desde el principio distintos.

Siempre esperando, desde el principio. Las promesas del primer día haciéndose vida cada día. Los viajes; vámonos a ver el mundo, sin maleta, a cualquier hora de cualquier día. Conocerse, en todos los sentidos. Hubo mucho tiempo de intermezzo, mucho.

Un día llegaron ellos, un trío. Hicieron las camas y se quedaron mirándolas como si fueran un nido. Los días se volvieron segundos de colores, diferentes cada día. Y crecer, y crecer y mirarlos con esos ojos tan llenos, tan vacíos.

Siempre esperando, desde el primer día. Desde el principio distinto a como ellos creían.

jueves, 9 de junio de 2011

preludio


Acabo de descubrirlo: no escribo porque carezco de estímulos. Ayer, sin embargo, tuve un día ajetreado. Fuera, en el exterior de mi encierro de este junio académico; él va pasando tan tranquilo. Oh. Mis ojos se posaban ávidos en lo que veían: una sandía, un café, un taller de coches, tengo que pensar si los mecánicos forman parte de algo en mi vida. Aquellos de ayer almorzaron despacio y enseñaron las zapatillas que habían comprado para sus hijos. En otra mesa unos alternativos se fumaron un peta y jugaron luego con los cacharritos ésos; última generación, sin duda.

Fui consciente después de la forma y volumen de mi cuerpo, ante el espejo de una tienda. He dicho. Dos vestidos me cabían, azul marino. El uno monja seglar, el otro enseñando lo que no quería. Decidí recorrer el camino de enmedio y buscar zapatos, que no cambian de talla con los años, qué dicha.

Hay sitios también donde arreglan ropa, casi no lo recordaba; fui con mis hijas en una escapada meteórica entre el tema doce y el trece de sociales y el cuatro y el cinco de inglés, con vocabulario incluido. Qué dominio de alfileres; qué antiguos, Blimunda, los acericos. Una parada en la farmacia; no me puedo quejar hasta que tenga tantas recetas como esta señora que ríe, no puedo.

En casa hay unos señores que son albañiles y estan dejando la terraza como nueva, hoy ya se han ido. Algo se cuece en el ambiente, ¿lo notas?. No ha sido fácil pero lo hemos conseguido.

miércoles, 8 de junio de 2011

domingo, 5 de junio de 2011

más cine por favor


Sorpresas te da la vida. Cuando ya creía que hasta finales de junio solo quedaban exámenes y angustia, en los tres úlimos días he ido dos veces al cine.

Vi el jueves "Medianoche en Paris", me pareció una agradable película. Lo mejor pasear por Paris, desde luego. Y el esfuerzo por recrear a personajes de los años 20; algunos de ellos muy conseguidos. La sesión perfecta, a media tarde. Unica e inmejorable la compañía. La historia es entretenida y muy buena la música. Me pareció un poco tonta, lo siento. Y agradable, ya lo he dicho.

 
El sábado por la noche "Pequeñas mentiras sin importancia". Llevaba por delante que me apetecía mucho. Me gusta el cine que se hace en Francia, los diálogos que cuentan cosas, los matices de voz y las  minúsculas sensaciones hechas de detalles. Me gusta ver gente guapa cuando voy al cine y en "Pequeñas mentiras" hay gente guapa y mucho vino y vacaciones. Hay situaciones en las que no sabes si debes reir o llorar, pero ríes. Aún sigo pensando en la película, no por magnífica sino porque me contó una historia que creí a pies juntillas, a la que no le vi la trampa por ningún sitio. La mejor de las cinco que debo haber visto este año. 

Pues es verdad, sorpresas te da la vida.  


miércoles, 1 de junio de 2011